Sigue el tema de la dictadura de Brasil, Bolsonaro duda sobre «la verdad oficial»
Sigue el tema de la dictadura del Brasil, Bolsonaro duda sobre «la verdad oficial»
Jair Bolsonaro, actual presidente de Brasil, califica de cuestionable lo dicho oficialmente sobre la dictadura de Brasil. En su momento, Dilma Rousseff, formó una Comisión de la Verdad. A partir de entonces, documentó 443 asesinatos o desapariciones y apuntó directo a los culpables. Lo más lamentable, es que, nadie fue juzgado gracias a la amnistía de 1979.
Bolsonaro duda sobre la Comisión de la Verdad
Para todos es sabido, que Jair Bolsonaro es altamente atraído por las ideas hacia la dictadura. Con todo eso, en su larga carrera política de ultraderecha, siempre ha manifestado la nostalgia que siente por el tiempo de dictadura que ya han pasado. A pesar de ese pensamiento, ahora es presidente de Brasil.
El mandatario se ha dado a la tarea de despotricar lo referente a lo deducido por la Comisión de la Verdad. Las violaciones de los derechos humanos acontecidas entre 1964 y 1985 las considera poco confiables. De igual forma, la actitud hiriente que tomó ante la pregunta relacionada a un desaparecido en los setenta a manos de los miliatres, expresa mucho su sentir sobre el tema. Su pregunta sarcástica: «¿Usted se cree la Comisión de la Verdad? Fueron siete personas nominadas por Dilma». La presidenta Rousseff que fue presa y torturada por pertenecer a una guerrilla. Por lo que creó el órgano que estableció la verdad oficial de aquel momento.
Un movimiento histórico y evidente
Jair Bolsonaro esta reviviendo un movimiento historico cada vez más evidente. Actuaciones directas, como el alentar a los militares activos a conmemorar la fecha del golpe de estado. Bolsonaro afirma que puede contar la verdad sobre el destino del padre del presidente del Colegio de Abogados de Brasil. Es así como dicen que desapareció después de ser arrestado por policías durante el periodo militar. La Fiscalía de los Derechos del Ciudadano, le recuerda para advertirlo, que no puede retener información sobre el paradero de un desaparecido político.
En declaraciones, el presidente ha dicho que los documentos oficiales sobre aquellos años son «bla,bla,bla» y luego añade que respeta la Ley de Amnistía de 1979. En contradicción, sabe que esa ley excusó a los represores de sentarse en el banquillo de los acusados y permitió la excarcelación de miles de presos «políticos». Más adelante, dedicó su voto a inculpar al coronel Brilhante Ustra, el torturador de su predecesora en el cargo. La demostración del odio al partido de los Trabajadores fue un detonador esencial de la campaña que lo condujo a la presidencia.
Cerró su capitulo, sin condenar a nadie
Después de tantas controversias, la Comisión de la Verdad de Brasil cerró funciones hace cinco años. El informe de dicha comisión ocupó 1.300 páginas. Así como, 443 muertos o desaparecidos. Además de los 377 responsables con nombres y apellidos. Así mismo, el testimonio de las víctimas. Hasta existe un museo llamado Memorial de la Resistencia, que fue el sitio de represión más infame en Sao Paulo.
Jair Bolsonaro descubre sus intenciones reales con el cuestionamiento de La Comisión de la Verdad. Sus comentarios ofensivos, que amenazan, engañan y falsean a la verdad. Segun él, los militares asumieron el poder para impedir una dictadura comunista. A pesar de la posición que tiene miente descaradamente al acusar a la periodista Miriam Leitao, de Globo, de inventar lo de su supuesta tortura. Aún a sabiendas, que si lo fue, y que estaba embarazada en ese entonces. También amenazó al periodista Glenn Greewald, con la cárcel por dar a conocer los mensajes del antiguo juez Sérgio Moro. Ha insultado gobernadores del nordeste, y a toda la región más pobre y afín al PT de todo el país. Hasta con el ambiente se ha metido desconociendo datos alarmantes sobre deforestación en la selva.
El tono real de las conversaciones
El presidente Jair Bolsonaro había suavizado el tono a raíz de la toma del poder. Sin embargo, poco a poco, ha ido recuperandolo. Cada día, emula con mayor empeño a su homologo Donal Trump. A pesar de su diálogo racista. Tanto así que ya el estadounidense lo llamó «un gran caballero» con el que espera relacionarse para trabajar en libre comercio.