De esta forma, el líder chavista aprovecho la ocasión para lucir toda la pompa protocolar del Estado. Hacer ver quien manda en Venezuela. Todo, muy a pesar del aislamiento económico y del cuestionamiento internacional que se le manifiesta a su Gobierno. Por supuesto, en el acto estuvieron presentes representantes del cuerpo diplomático de sus «aliados»: Cuba, Rusia, Irán, China y Nicaragua.
El acto político sirvió para que una parada militar lo escoltara hasta el palacio legislativo. La caminata de Maduro fue desde la Plaza Bolívar. Sus acompañantes, su esposa Cilia Flores y el segundo al mando, Diosdado Cabello. Además de los mandos representativos de cada uno de los cuerpos militares de las Fuerzas Armadas. Recibido por una pequeña representación del pueblo. Junto por igual a un grupo de músicos del Sistema Nacional de Orquestas que entonaron «El Alma Llanera», canción tradicional del país.
Maduro sigue siendo presentado como «presidente constitucional, jefe de Estado y comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas». Sin embargo, no es baladí que a Juan Guaidó lo reconozcan más de 60 países como presidente interino de Venezuela. No obstante, Maduro inició su discurso respondiendo sin mencionar lo dicho por el Obispo de Barquisimeto, Victor Hugo Basabe, quien supo descargar palabras duras contra él.
Mostró disgusto ante las palabras del obispo
Maduro muy comedido pero algo irritado le exigió que no politizara «el credo de los ciudadanos» y pidió «respeto» de los sacerdotes por las convicciones políticas de la ciudadanía. Esto sucedió en la cita religiosa más multitudinaria del país, la procesión de la Divina Pastora. El obispo cuestionó la legitimidad de Maduro y de los políticos disidentes opositores acusados de ser sobornados. Se puede decir que son las declaraciones más fuertes de la iglesia venezolana en contra del régimen.
Basabé hablo de Luis Parra y la disidencia opositora. Así mismo dijo que el país era «víctima de los mercaderes de la política, que se han vendido por cuatro monedas y han decidido servilmente ponerse a disposición de los principales causantes de la tragedia que vive el pueblo».
Es así como Maduro aprovecho el discurso para echarle la culpa de lo ha sucedido en 2019 a los presidentes de Colombia, Iván Duque; de Chile, Sebastián Piñera y Brasil, Jair Bolsonaro de conspirar repetidas veces para sacarlo del poder, llamándolos fascistas. Aprovechó para pedir a las Fuerzas Armadas y a la Milicia Nacional Bolivariana que continúen con su lealtad al legado de Chavez.
Su objetivo principal esta claro
Sin embargo, no dejo de tener como objetivo inicial la ridiculización de Juan Guaidó, lo mismo que al imperio norteamericano. A quienes acusó de estar detrás de todos los problemas junto con el bloqueo económico para hacer colapsar la economía nacional. Siendo en realidad un discurso donde no habló de los problemas profundos que sufre el país, como el desplome de la producción petrolera, la migración masiva de los ciudadanos por las fronteras y la hiperinflación como fenómeno crónico de la economía.
Su discurso preparado, leído y sin inflexiones que reconocieran el daño inminente en la población por el apagón de marzo, el colapso de los servicios públicos y las deficiencias en la atención médica. El mandatario afirmó «estar consciente», prometió «mejoras» sin dar excusas ni razones, ni soluciones especificas. Solo hablo de la reivindicación de los «programas sociales» del chavismo.