Nada queda definido. La cumbre alarga su tiempo ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo. La directiva que tiene la obligación de dar por terminado su tiempo tendrá que recurrir a España para que ayude a desenredar y desatascar las negociaciones. Todo por culpa de la falta de decisión y falta de visión y mente ecologista de los países.
La Cumbre del Clima, llena de atascos, nadie esta de acuerdo con nadie.
La Cumbre del Clima sin definición
El viernes debió terminar la Cumbre del Clima. Representantes de casi 200 países se reunieron en España y aún no han podido llegar a un acuerdo para dar por terminada la cita. La COP25, como también se le conoce a esta Cumbre se celebró en España. Aunque es presidida por Chile, que le tocó relegar su papel por las protestas y movilizaciones que ocurren en este momento en ese país.
De esta manera, la presidenta de la COP25, ministra chilena de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, aplicó estrategias para evitar el fracaso de las reuniones. Una de ellas fue la multiplicación de las reuniones entre los países. Sin embargo, existen demasiados obstáculos que impiden que se llegue a una sola idea. La nueva programación de sábado y domingo pretende lograr la culminación de la Cumbre.
Los negociadores recibieron de parte de la presidenta de COP25 una disculpa, por retardar sus otras funciones, y convocarlos nuevamente para este fin de semana. Además, solicitó la participación de la ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, para el logro de la unificación de criterios de los países. En concreto, Ribera será la encargada de hacer que los países presenten planes de recortes de emisiones más duros en el 2020. Punto donde existen mayores divisiones.
De un lado se ubican los países de la UE y muchos latinoamericanos y otros continentes que apuestan por pedir mayor compromiso contra el cambio climático y aupar a la revisión de sus planes de lucha contra el calentamiento para que sean más activos. Por otro lado, China, La India y algunos países africanos y petroleros que optan más por lo que no han hecho para adaptarse a estos cambios que se han originado en cuanto al ambiente. Es decir, recriminan a los países desarrollados a que aporten lo suficiente para que otros países puedan adaptarse a los impactos negativos del cambio climático. La presidencia de la COP25 ha tratado de conciliar ambas posturas. Sin embargo, las ONG, representadas por Alden Meyer, miembro de Unión de Científicos Preocupados, comenta: «Nunca he visto una desconexión tan grande entre la ciencia y lo que piden los ciudadanos y los negociadores de una cumbre».
Otro punto de discordia es el asunto de las negociaciones sobre los mercados de carbono. Es así como la ministra Carolina Schmidt asumió el control de esa negociación y convocó a una reunión a puertas cerradas, sin permitir que nadie se acerque. Estando presentes ministros y máximos representantes de UE, China, India, Australia, Brasil, Arabia Saudí y Japón. Las decisiones categóricas de la UE que exigen un pacto con reglas definidas y concretas que no permitan doble interpretación o contabilidad de las emisiones de efecto invernadero. Es así como urge modificar muchos de los derechos de emisión concedidos a China, India, Australia y Brasil desde el Protocolo de Kyoto. De esta manera el pacto será sustituido por el Acuerdo de París y dar salida a partir de 2020.
Por consiguiente, lo de «a puertas cerradas» a molestado mucho a otros países a los que no se les ha permitido acceder. Así es como, las molestias surgen por el correr de los días sin llegar a acuerdos y por la forma de gestionar los temas a tratar. Mientras más tiempo pase, se les dificulta a los países pequeños presentes. Estos cuentan con pequeñas delegaciones y les cuenta los costes de cambiar los billetes de vuelta a sus países. Así como no participarán en el tramo final de las negociaciones. «Hay un problema de representatividad si se alarga la negociación» según uno de los representantes de la cumbre, que debió terminar el viernes.
